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La revista Qué: albores de la estética surrealista en el horizonte de la vanguardia porteña

Armando Minguzzi

La década de los años veinte, en el ámbito de la literatura argentina, es escenario de la definitiva aparición y establecimiento de las vanguardias. Sucede, entonces, como correlato de esta primera eclosión estética sustentada en el ejercicio de la llamada «nueva sensibilidad», el despertar de una pulsión hemerográfica donde jóvenes y nuevos protagonistas del quehacer cultural de estas latitudes estrenan sus inquietudes poéticas.

De esa manera las revistas se transforman en el terreno donde la novedad estética se hace escuchar. Más allá del único número de Los Raros. Revista de orientación futurista, aparecida en el umbral de este decenio (en enero de 1920 y a cargo de Bartolomé Galíndez), surgen otros títulos vinculados al credo ultraísta que un joven Jorge Luis Borges había traído de su reciente periplo europeo. Revistas como la mural Prisma y Proa, la última en sus dos épocas, fueron las que instalaron definitivamente en el espacio porteño la escuela ultraísta. La primera, dirigida por Eduardo González Lanuza, sale a la luz en formato de cartel en diciembre de 1921 y su segunda y última entrega, de similares características gráficas, se da en marzo de 1922.

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